En el día de hoy te vamos a enseñar a ser conscientes de las enormes mejoras que cada crisis nos produce a nosotros.
Silvia, una mama de cincuenta años, deseaba con ansias un jarrón dorado en el centro de su mesa, pero siempre postergaba la compra. En su día de cumpleaños, su hermana le regala un jarrón negro. Ahora en el centro de la mesa había un jarrón negro, ella deseaba desprenderse del desde el primer día, pero no podía hacerlo ya que el jarrón estaba en perfectas condiciones.
Un día volvió a su casa y vio el jarrón hecho pedazos, fue su hijo Marco, que no lo vio y se lo choco. Marco con miedo, levanto la mirada del suelo y por su sorpresa se llevó una sonrisa de parte de la mama. Le produjo alegría, tanto tiempo espero para desprenderse de esa pieza. Esa misma tarde Silvia fue a comprarse su deseado jarrón morado.
¿Por qué nunca tiró el jarrón negro, si tanto lo odiaba?
Porque faltaba el detonante. Cuando la gente no tire algo que no está roto, no es porque le guste, sino que no le da el impulso para tirar algo sano. La moraleja es que algo negativo, en este caso la rotura del jarrón se tornó a ser positivo, el detonante que provoca una mejoría.
¿Qué queremos decir con esto? Que en nuestra vida pasa algo similar, nuestras crisis son los detonantes para mejorarla, que las roturas son el cambio y las crisis el inicio del crecimiento. Algo que se supone que va a empeorar, como que se rompa, realmente se traduce en mejorar, hacer un cambio que te hacer ser mejor que antes. Por lo tanto, no tiene sentido buscar la crisis, lo que si tienes que ser consciente son de las enormes mejoras que cada una produce.
Cuando se te rompa el jarrón negro, no deberías de ponerte feliz porque se haya roto, sino debes entender que la muerte del negro, es el nacimiento del dorado.